viernes, 24 de octubre de 2008

Karate es...



Karate es forma y dinámica.
Karate es técnica.





Karate es reflejo e intuición.
Karate es concentración.





Karate es tensión y relajación.
Karate es coordinación.





Karate es energía y potencia.
Karate es inteligencia.





Karate es ritmo y acción.
Karate es meditación.





Karate es disciplina y rigurosidad.
Karate es marcialidad.





Karate es tiempo y paciencia.
Karate es experiencia.





Karate es constancia y evolución.
Karate es superación.





Karate es modestia y humildad.
Karate es sensibilidad.





Karate es seguridad y confianza.
Karate es templanza.





Karate es dominio y serenidad.
Karate es inmutabilidad.





Karate es desahogar y sublimar.
Karate es soportar.





Karate es espiritualidad y renunciamiento.
Karate es perfeccionamiento.





Karate es comenzar y llegar.
Karate es transitar.





Karate es conocer y trascender.
Karate es comprender.





Karate es arte y pureza.
Karate es belleza.





Karate es entregar y tolerar.
Karate es amar.





Karate es querer y sentir.
KARATE ES VIVIR.







Sensei O. Higa 9no. Dan

sábado, 11 de octubre de 2008

El arte y el zen, la totalidad? o el vacio?


En los pueblos antiguos, cuyos testimonios existen aun vivientes en Oriente, las artes tradicionales conducen a una Vía que permite al ser humano, al precio de un aprendizaje largo y difícil, profundizar su experiencia de la realidad y de el mismo. Poco a poco el principiante descubre las leyes que rigen las fuerzas sutiles con que la vida esta tejida, y aprende que la calidad de sus obras depende del dominio de si mismo, de lo que el es. Como dijo un amigo: su forma exterior es el soporte de una metamorfosis interior.



En el Japón existe la Vía de la caligrafía (sho do), la de la ceremonia de te (cha do), la del arreglo floral (ka do) , de hecho, una Vía para cada arte antiguo. El arte del combate no escapa a esta regla. El budo designa el sendero que da vueltas en el corazón de las artes marciales. Esta Vía del combate es empinada. La presencia del adversario exige la presencia de si mismo en cada gesto, que es así una cuestión de vida o muerte.


Un fallo en la concentración, un desequilibrio entre el cuerpo y el espíritu no perdonan en un combate real y representan un gran riesgo en los entrenamientos, como así también la falta de eficacia en la vida cotidiana. Rápidamente se descubre que el adversario mas peligroso no hay que buscarlo en otra parte mas que en si mismo. La Vía del combate adquiere así un sentido diferente, en la actualidad, es el verdadero sentido.



Dojo significa en japones "el lugar de la Vía". En el se practica el budo. Equivalente a un templo, el dojo es un lugar sagrado en el que se recibe una enseñanza, en el que uno se ejerce y se regenera.

Pero el budo, repiten los Maestros, no se practica solamente en el dojo. Es un arte de vivir que se experimenta a cada instante. El verdadero dojo, dicen los Maestros, es el que el discípulo debe construirse en su corazón, en lo mas profundo de si mismo.

Sin duda, Musashi fue mas celebre en su tiempo por su talento como calígrafo que por sus hazañas con el sable. ¿ Un consumado artista en la piel de un consumado guerrero? Nos parece una doble realidad, difícil de suceder, a no ser que el arte de hacer brotar el movimiento sea equivalente al arte de hacer brotar el sable.


Vamos a juzgarlo nosotros, la practica del sumi-e (foto de arriba para referencia) en la que Musahi sobresalia, consiste en trazar con un movimiento libre y espontáneo un dibujo sobre una finisima hoja de papel de seda. Este papel tiene la propiedad de absorber la tinta como un secante, y, por otra parte, el pincel, relativamente espeso (salvo los que le me mostró una monja en Bs. As. en medio de una Zeshin, nunca vi pinceles tal, incluso los que venden en las casas de los chinos no se parecen), se empapa de tinta, por lo que el gesto debe ser necesariamente ligero, aéreo y espontáneo, un movimiento infalible, como dijo la Monja, sin macula en el sentido literal del termino, ya que el menor desfallecimiento queda inmediatamente sentenciado con una mancha y anula el dibujo.


El arte del sable, como el sumi-e, se convierte en el arte de apurar hasta el limite, de dejar surgir no ya la acción-pensamiento, sino, me animaría a decir, el mismo soplo del pensamiento. Se trata de actuar no sobre el objeto, sino sobre el alma, o el espíritu del objeto.

De hecho no hay mejor manera de aprender cualquier cosa que cumpliendo la unidad sin fin y sin fondo de todo arte y obrando no con una parte, sino con todo el ser.

Sin duda por eso Musashi, gran fenómeno de las ARTES (para Zeta), practicaba la caligrafía, que esta considerada como el séptimo arte marcial.



Por la misma razón, el budismo zen ve en el sumi-e y la caligrafía una ilustración y una practica de la acción sin pensamiento que le caracteriza.

La analogía entre el combate consigo mismo y el combate contra la hoja de papel es una fuente infinita de practica y reflexión. Si lo indefinible, lo que, fuera de todo análisis, es, restituye el fondo de la realidad, el sumi-e y la caligrafía son unos de los mejores ejercicios para hacer aparecer la naturaleza del vacio como la única realidad concreta.



Sin intención de encerrar al Budo, (como termino genérico de todas las artes marciales vinculadas intrínsecamente al Zen), en función de considerarlo una de las mejores y mas completas herramientas para el crecimiento integral del ser humano, voy a decir que he comprendido muy poco (siendo optimista), comparado con lo que he practicado, pero aun así puedo decir que la única manera de tratar, es haciendo, no hay otra manera, aunque suene redundante, a menudo no nos damos cuenta, y siendo duro en mis palabras, en estos temas si bien todo el mundo es libre de opinar, y me gusta que opinen, uno nunca sabe quien va a decir algo que nos ilumine un poco mas, para saber y hablar hay que experimentar.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Carateca sensible

Esto es un recuerdo de mi exámen de Shodan, que me vino leyendo otro blog.

El pijama estaba planchado, un poco percudido eso si, pero planchado y por mi propia mano. Igual contrastaba contra un desfile o algo con modelos altísimas con vestidos largos que había justo cuando salimos. Fui un poco melenudo, si. Y puse el apellido de mi madre en el certificado de inscripción, para que apareciera en el diploma. :-)

Hay una historia de un luchador de sumo que vi en un documental, un pibe de 15 años, enorme. El pibe estaba de interno en una escuela de sumo, pasando 1001 horrores del entrenamiento. La madre es separada y sacrificó montones para los hijos, pero con ese optimismo japonés de 'soportar lo insoportable'. Toca el día del primer combate, y el pibe va y gana. Y la cámara lo sigue cuando va a un teléfono público. Habla con la mamá. Le dice: 'mamá, feliz cumpleaños mamá. gané. tuve el primer combate y gané. no tengo nada para regalarte, mamá. pero te dedico esa victoria'.

Yo no puedo explicarle eso a mamá. Pero pude poner su (nuestro) apellido en ese diploma.

Salvé, pero hay que contextualizarlo: uno de los secretos mejores guardados de las artes marciales es que el cinturón negro tiene 10 niveles, siendo el primero el más bajo y el mayor el décimo, que se alcanza con los logros de toda una vida. Y el que yo di fue el primero. Es como el principio de algo.